BIOGRAFÍA DE TÁCITO

Publius Cornelius Tacitus

(55-120 d/C.)



El más grande historiador de Roma. Estudió el arte oratoria, y fue alumno de Aper y de Julio Secundo, y quizá también de Quintiliano, y amigo de Plinio el Joven. Procedente de un familia senatorial, originaria tal vez de la Galia, ejerció las funciones del cuestor, pretor bajo Domiciano (88), cónsul sufecto (97) y procónsul de Asia (110-113), en tiempos de Trajano. Casó con la hija de Cneo Julio Agrícola. Consiguió una gran reputación de orador y se dedicó posteriormente a la historia. Su Diálogo de los oradores (atribución a veces discutida), escrito en el año 81, pone en escena a diversos oradores de su tiempo, que comparan los métodos de la elocuencia y de la poesía y buscan las causas de la decadencia de la elocuencia. La Vida de Agrícola, elogio
histórico de su suegro, acompañado de un ataque contra Domiciano, está constituida principalmente por el relato de las operaciones militares en Bretaña (98). La Germania (98) analiza las costumbres germánicas con una precisión confirmada por otras fuentes. De las Historias (de la caída de Nerón al advenimiento de Nerva) sólo se conservan los cuatro primeros libros y el principio del quinto, o sea, los años 69 y 70. Los Anales, compuestos tardíamente (115-117), conciernen al período anterior, desde la muerte de Augusto a la caída de Nerón. Es un clásico de la reflexión política. Disecciona y critica los mecanismos del poder absoluto. Aunque utiliza el material e interpretaciones de otros antiguos historiadores, como Plutarco y Suetonio, lo analiza todo y selecciona la información, llega hasta las fuentes originales, informes de generales y gobernadores, actas del Senado. Muy bien documentado, señala los archivos oficiales utilizados y se refiere a historiadores anteriores. Recogió numerosas informaciones orales e incluso rumores. En su obra se reflejan las preocupaciones estilística, sicológica y moralizante.

    Para Tácito la historia es un arte, y un arte útil; es, como dijera Cicerón, la magistra vitae que nos muestra los grandes ejemplos del bien a imitar y del mal a rehuir; es la "conciencia del género humano", que antes o después premia con la gloria o castiga con la infamia a cuantos han tenido el exigente privilegio de comparecer en su escenario. (José Luis Moralejo)

Tácito, como la mayor parte de los grandes historiadores romanos, no fue un escritor profesional, sino un hombre de acción: un distinguido político y -digámoslo así- abogado que, llegado a la madurez de su vida, decidió sumarse a una ya larga tradición patria dejando testimonio escrito de su tiempo; pero -algo también muy romano- lo hizo en la forma de una "historia institucional", y no en la de esas memorias personales con las que los políticos modernos suelen poner un colofón, generalmente apologético, a su propia carrera. Así pues, en las llamadas "obras mayores" de Tácito (las Historias y los Anales) el protagonista es, ante y sobre todo, el propio estado romano, lo que no impide que, como luego veremos, en ellas se considere el factor personal y la psicología del individuo como piezas fundamentales del mecanismo del devenir histórico. De la vida y personalidad de Tácito no tenemos una información proporcionada por la excelencia de su obra. En este punto dependemos, sobre todo, de las escasas y discretas noticias que nos da él mismo y de las no mucho más elocuentes que ofrece el epistolario de su amigo Plinio el joven. Por de pronto, y como la mayoría de los grandes clásicos latinos, no era originario de Roma, lo que tampoco quiere decir que no lo fuera su estirpe. Era un provincial de clase acomodada, al parecer de una familia de caballeros romanos -burguesía comercial- de la Galia Narbonense. Nacido durante el reinado de Nerón, hacia los años 55-57 d.C., tuvo una brillante carrera político-administrativa bajo los emperadores Flavios. Según él mismo nos cuenta, la inició en tiempos de Vespasiano (69-79 d.C.), la prosiguió en el breve reinado de Tito (79-81 d.C.), y llegó a desempeñar el cargo de pretor en el año 88, ya bajo Domiciano, el último y despótico emperador de la dinastía, en el cual vio el pueblo romano un segundo Nerón. En el año 96, una conjura palaciega acaba con el tirano. El breve principado de Nerva (96-98 d.C.), en el que Tácito alcanza el consulado -cima del cursus honorum y residuo emblemático de la legalidad republicana-, da paso al de Trajano (98-117 d.C.) y al resto de los que harían del siglo II d.C. el de mayor prosperidad y estabilidad política de toda la historia de Roma.

[...] El último dato seguro que tenemos sobre la vida de Tácito es el del gobierno proconsular de la provincia de Asia, situada en la parte occidental de la actual Turquía asiática, que desempeñó hacia los años 112-113, cuando sin ayuda ya estaba trabajando en los Anales. Es probable, pero no más, que sobreviviera a Trajano, muerto en el año 117, alcanzando así los días de Adriano (117-138); pero no sabemos ni cuándo ni dónde murió (tal vez en Roma, si realmente corresponde a su epitafio un fragmento epigráfico recientemente estudiado por G.Alföldy), ni si llegó a dar cima a la gran obra de sus Anales. (José Luis Moralejo)


 
LA IGNORANCIA DESTRUYE
 
Oseas 4:6

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
LA IGNORANCIA ESCLAVIZA
 
Isaías 5:13

Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento;
y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
EL CONOCIMIENTO HACE LIBRE
 
Juan 8:32

y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
VERSÍCULOS QUE CONFIRMAN QUE JESÚS DEBÍA VOLVER MUY PRONTO EN EL PRIMER SIGLO
 
Mateo 10:23



Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

Mateo 16:28

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

Mateo 24:34

De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

Filipenses 4:5

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.


Apocalipsis 1:3

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Apocalipsis 22:10

Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

Hebreos 10:37

Porque aún un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

Apocalipsis 22:7

¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

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Son mucho más las evidencias en el Nuevo Testamento
que confirman que Jesús debía volver durante esa generación,
si no volvió, su mensaje sobre un futuro pero cercano reino fue la farsa más grande de la historia
y en consecuencia, la Iglesia del primer siglo vivió y murió creyendo en una mentira. Sin embargo, creemos que
Jesús no mintió, él vino e instauró su reino de justicia sobre la tierra, un reino (espiritual) que no tendrá fin jamás.








 
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