EL DIABLO VISTO EN LA NEFANDA CONDUCTA HUMANA

El diablo visto en la nefanda conducta humana

 Por Eduardo Mondaca
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     Es muy interesante lo que dicen los dos últimos versículos que he puesto en la lista anterior: Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza, y la blasfemia de los que se dicen ser judíos , y no lo son, sino sinagogas de Satanás. En primer lugar, el escritor de Apocalipsis inspirado por Dios, hace una descripción, que aunque breve, muy explícita sobre la condición espiritual, moral y física de la iglesia de Esmirna, resaltando en ello, el sufrimiento que lo ha llevado finalmente a la miseria, a pesar que el Señor le reconforta diciendo: pero tú eres rico. Por el otro lado de la moneda, describe también, y lo que podría ser la causa del estado de la iglesia, la condición espiritual inexcusable de aquellos que osaban  ser judíos, pero que en el fondo no lo eran, sino sinagogas de Satanás. Este término es fuerte, si debemos entender que para el judío común, la sinagoga vino a remplazar, durante la diáspora, al majestuoso templo de Salomón, para ellos la única morada de Dios en la tierra; por lo que, este término estaría definiendo o calificando al judío apostata como la morada de Satanás, dicho de otra manera, ellos mismos eran Satanás. Lo mismo se puede advertir en el versículo siguiente, que Juan califica a esta clase de judíos como miembros de la sinagoga de Satanás, y esto, tiene mucho sentido con las palabras de Jesús a los judíos durante su ministerio terrenal:

Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira (Jn.8:44).

     Este es un versículo muy significativo y que me gustaría explicar brevemente. La expresión: sois de vuestro padre el diablo,  es una metáfora que ilustra la “diabólica” conducta humana desde su mismo origen. Bajo ningún aspecto Jesús está aludiendo a aquel ángel caído que llamaban (popularmente) diablo y Satanás, como el padre de los judíos de su tiempo. Primero, porque el único padre espiritual de ellos era Dios mismo, y esto puede leerse a lo largo de todo el Antiguo Testamento, y razón también por la que Jesús dijo: Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos (Mt.23:9). El motivo  por el cual Jesús los calificó como hijos del diablo, es la misma por la que en Apocalipsis los llama sinagogas de Satanás. Tiene que ver con su conducta, su modo de pensar, de actuar; habla de una mente corrompida y que se opone a los designios de Dios para ese tiempo. Era una forma figurada de decirles que ese pensamiento que llenaba sus mentes, y que los inducía a hacer lo malo, era el mismo espíritu (mal deseo o mal pensamiento) que ha habido en el hombre desde el principio: un espíritu homicida y mentiroso, que no permanece en la verdad de Dios; en otras palabras, les revelaba la verdadera naturaleza pecadora del ser humano. Era a esa condición mental que Jesús calificó como hijos del diablo. Juan dice algo muy parecido en1Jn 3:8  El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todos quienes, de una u otra forma, representan oposición a la obra de Dios, reciben este calificativo. Otro ejemplo de esto lo encontramos en Hch.13:10 en donde Pablo reprende a un cierto mago y falso profeta que se interponía a la obra de Dios en Chipre: dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Por último, se puede decir que todo aquel que no practica la justicia y el amor de Dios es un hijo del diablo; es decir, es alguien cuya manera de pensar se opone a los principios de Dios. En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios (1Jn 3:10). En segundo lugar, esta expresión sólo puede estar referida al hombre en sí, porque solo el hombre tiene la capacidad de mentir, siempre ha mentido y Pablo lo confirma: antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso (extracto de Romanos 3:4). La expresión padre de mentira, es una metáfora que ilustra sencillamente, que la mentira ha estado en el hombre desde su creación misma. El término padre alude a un principio, a un comienzo; por esto, solo Dios puede poseer el titulo de Padre de todos, porque sólo él está antes de todos. Y en tercer lugar, la Biblia no enseña que Satanás haya dado muerte a alguien, es más, Pablo dice en 1 de Corintios 15:21, que la muerte entró (al mundo) por un hombre; es decir, el único homicida bíblico, y que lo ha sido desde el principio es el hombre. Satanás no mató a Abel, fue Caín. Usted posiblemente me dirá: si, pero ¿quién lo incitó a hacerlo? Bueno, fue su propia mente pecadora y perversa. 1Jn.3:12 dice que no debemos ser como Caín que era del maligno; otras versiones traducen: hijo del diablo. Sea como sea, el asunto es que Caín no era hijo del diablo sino de Adán, y lo que Juan quiere decir realmente, es que su mente estaba dirigida por el mal, por los celos y la envidia. Cuando esos malos pensamientos se apoderan de la persona, entonces se concibe el pecado. El pecado no es el mal pensamiento en sí, sino la ejecución de éste. Santiago nos recuerda que el mal deseo engendra al pecado, y cuando el pecado es consumado, entonces da a luz la muerte (Stgo.1:15). Jesús dijo: Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (Mr.7:21-23). Toda persona lleva en su cuerpo carnal a un ser malvado, un ser que es vendido al pecado, la única forma de librarse de él es mediante la renovación de su entendimiento; o sea, cambiando su modo de pensar.

     En Romanos capítulo 7 Pablo describe una colosal lucha de titanes desatada en su propio cuerpo, un conflicto entre su carne, la que él denomina: cuerpo de muerte y vendido al pecado, y su mente; el hombre interior que se deleita en la ley de Dios. Según Pablo, hay dos naturalezas coexistiendo dentro de él; una busca agradar a Dios, mientras que la otra se opone a todo lo que tiene que ver con Dios. Sin tener que entrar en explicaciones teológicas sobre este pasaje, que obviamente las tiene, deseo simplemente subrayar que la lucha interna de Pablo, es una realidad latente y presente dentro de cada persona en el mundo hasta el día de hoy. Todos tenemos una parte dentro de nosotros que anhela hacer el bien, pero también tenemos otra que se deleita en hacer lo malo. Ahora bien, a todos nos consta que existe gente buena y también gente mala, pero, ¿dónde está la diferencia entre los unos y los otros? o digámoslo mejor así: ¿Cómo se explica, que existan personas tan buenas y otras tan malas si todas tienen, supuestamente, las mismas inclinaciones, tanto para lo uno como para lo otro? La respuesta la podemos encontrar en el mismo pasaje de Romanos 7. Para Pablo (y en general, para todos los judíos), la ley era como ese espejo en el que se reflejaban cada día, el que les señalaba sus errores y faltas, mas, sin quitárselos de encima. Según el apóstol, su mente, la que él  llama  su  hombre  interior, se deleitaba en la ley de Dios, sin embargo, veía otra ley en sus miembros que se rebelaba contra la ley de su mente y lo obligaba a obedecer a la ley del pecado que estaba en su carne. El hombre interior, señalado por Pablo, es esa parte de la razón humana que en base a la información que recibe, en este caso la ley de Dios, opta por hacer el bien; mientras que la ley de la carne, encadena al hombre al pecado convirtiéndolo en su esclavo. La carne no razona, actúa simplemente, de acuerdo a su naturaleza pecadora o terrenal. En 2Corintios 4:16 Pablo escribió: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. La renovación de nuestro hombre interior, es por medio del conocimiento que obtenemos de la Palabra de Dios; esto es igual a lo que el apóstol dijo en Romanos 12:2  “transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento”. La información que recibimos de la Palabra de Dios, es sabiduría de lo alto, mientras que la información humana, esa que nos incita a hacer lo malo, es  terrenal, animal, diabólica[1]. Muchos creen que ser cristiano significa no pecar más, pues, conciben 2Cor.5:17 de un modo literal:  De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Las cosas viejas que desaparecen y las nuevas que renacen, según la enseñanza de Pablo en este versículo, significa  el fin de la era bajo la maldición del primer Adán y el comienzo de la nueva vida obtenida por medio del sacrificio de Cristo, el postrer Adán. Espiritualmente, el hombre ha recibido una nueva identidad delante de Dios, y no existe nada ni nadie que pueda alterar esa condición. El hombre viejo, descendiente del Adán mortal y transgresor murió con Cristo en la cruz, mientras que el nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad[2], resucitó juntamente con Cristo y fue elevado a una posición de un real sacerdote espiritual en los lugares celestiales. Todas las recomendaciones apostólicas del Nuevo Testamento apuntan siempre a un solo objetivo: que el hombre nacido de nuevo, es decir, el que fue redimido de la maldición de la ley, viva de acuerdo a su nuevo estado. No es un acto sobrenatural dejar de hacer las cosas malas del pasado, sino una determinación personal de poner en práctica los buenos y sanos principios de la Palabra de Dios. Un pasaje muy oportuno para este planteamiento lo constituye Colosenses 3 en donde Pablo hace una elocuente descripción de los cuidados y deberes que deben observarse diligentemente en este nuevo estado que representa haber resucitado con Cristo.

     Es muy sabido por todos, que una persona que se aleja de la comunión cristiana, y entra en contacto con gente que no respeta los valores bíblicos, muy pronto caerá en las mismas prácticas de sus nuevas  relaciones. Aunque ciertamente, el creyente del Nuevo Testamento está llamado a tener la mente de Cristo[3], no obstante, dicha mente debe ser cultivada día a día con la verdad de la Palabra de Dios; en caso contrario, el creyente nunca vivirá una vida victoriosa.

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 

y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 

y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad (Ef.4:22-24).



[1] Santiago.3:15

[2] Efesios 4:24

[3] 1Cor.2:16

LA IGNORANCIA DESTRUYE
 
Oseas 4:6

Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos.
LA IGNORANCIA ESCLAVIZA
 
Isaías 5:13

Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo conocimiento;
y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed.
EL CONOCIMIENTO HACE LIBRE
 
Juan 8:32

y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
VERSÍCULOS QUE CONFIRMAN QUE JESÚS DEBÍA VOLVER MUY PRONTO EN EL PRIMER SIGLO
 
Mateo 10:23



Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre.

Mateo 16:28

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino.

Mateo 24:34

De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.

Filipenses 4:5

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.


Apocalipsis 1:3

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Apocalipsis 22:10

Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.

Hebreos 10:37

Porque aún un poquito,
Y el que ha de venir vendrá, y no tardará.

Apocalipsis 22:7

¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

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Son mucho más las evidencias en el Nuevo Testamento
que confirman que Jesús debía volver durante esa generación,
si no volvió, su mensaje sobre un futuro pero cercano reino fue la farsa más grande de la historia
y en consecuencia, la Iglesia del primer siglo vivió y murió creyendo en una mentira. Sin embargo, creemos que
Jesús no mintió, él vino e instauró su reino de justicia sobre la tierra, un reino (espiritual) que no tendrá fin jamás.








 
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