El Silencio de la Historia
El Intervalo de 70 al 150 dC.
¿Por qué no hay en la historia datos tocante a la Segunda Venida de Cristo ocurrido en el año 70 dC? Para empezar tenemos que recordar que ocurre en la historia un hueco, un intervalo de 80 años, entre 60 y150 dC. Además, el Evangelio de Marcos, aparentemente, fue dejado por el autor sin terminarse; los últimos 12 versículos fueron añadidos por otra mano. La narración de los Hechos de los Apóstoles termina abruptamente, dejándonos en la incertidumbre en cuanto a la suerte de Pablo y de otros prominentes colaboradores cristianos. Y, por cierto, los archivos de la Iglesia, por casi un siglo después de la destrucción de Jerusalén, casi están en blanco.
Ningún otro cambio* (*El autor se refiere a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.), igualmente momentáneo, ha afectado así a la fortuna de la Iglesia. Ninguno ha sido tan silencioso y secreto. El afluente, en su momento más crítico, de su origen en las colinas hasta llegar al plan, se pierde a nuestra vista en el mismo punto donde estamos más prestos a observarlo. Podemos escuchar sus luchas, corriendo por los rápidos; podemos ver su brisa en los árboles en sus orillas, pero el torrente mismo no lo podemos percibir, solo nos son permitidos unos vistazos imprecisos.
No es tanto un periodo de historia eclesiástica como es de romances de autores anónimos; unas pocas cartas cuyos pasajes son dudosos; las apologías de dos o tres cristianos; y al final, algunas pinturas descoloridas; epítetos en la oscuridad de las catacumbas; y, solo pedazos de copias de las Escrituras del Nuevo Testamento. Todos estos son materiales rarísimos, de los cuales tratamos de descifrar cómo era la Iglesia durante ese periodo de silencio…Y una vez que termina este periodo, nos encontramos en un punto en el cual la historia de la Iglesia vuelve a ser historia.
En su libro The Conquering Cross (La Cruz Conquistadora), p.41, el Sr. Haweis, hablando de aquel periodo que seguía inmediato a la persecución de los cristianos por Nerón (64-68 dC), dice:
“Cuando la brisa de sangre y fuego se quitó de los espacios ahora ocupados por el templo de San Pedro y el Vaticano, los dos grandes apóstoles Pedro y Pablo ya han desaparecido…durante la persecución neroniana Timoteo también ha desaparecido, y Bernabé, el Hijo de la Consolación, ya no está presente para escribir sus discursos conciliadores para los cristianos judíos y gentiles.
El siguiente pasaje del resumen de San Pablo, por Renan, en Abril de 1870, también enfatiza el carácter fragmentario de la historia de la Iglesia Primitiva:
“Este volumen de La Vida de San Pablo nos lleva por todo el periodo de lo que podemos llamar el Ministerio del Gran Apóstol, que abarca aquellos 15 o 16 años (del 45-61 dC) durante el cual hizo tres viajes misioneros, y la Iglesia infante, con cuatro pasos valientes, avanzó desde Jerusalén hasta Antioquia, y de Antioquia a Efeso, de Efeso a Corinto, y de Corinto a Roma. Una vez que llegó allá, una vez plantada en una posición central y de influencia, cosa rara pero cierta, la Iglesia con todos sus personajes tan dramáticos, de repente desaparece de nuestra vista. Las nubes más densas de oscuridad rodean su historia, aunque nuestra curiosidad insaciable intenta penetrarla. Se va, entre el humo, tan completamente como un tren que entra a un túnel. La llegada de Sn. Pablo a Roma marca para la historia el origen del cristianismo, y del comienzo de una profunda noche, iluminada solo por el fuego de las festivales horribles de Nerón, o por el rayo del Apocalipsis. La historia de la vida de Sn. Pablo y la historia de la edad apostólica, juntos terminan así no más. Una oscuridad negra cae sobre la escena; y un silencio, como el que precede a un torbellino, una expectación callada del Día del Señor.
La Causa de la Interrupción
¿De dónde viene este hueco en la historia de la Iglesia Primitiva? Es natural suponer que en la Venida del Señor habría, por todo el mundo, una repentina salida de los creyentes de primera fila, tal que haría una impresión muy profunda sobre los cristianos de Segundo rango, quienes por no haber sido prudentes, fueron dejados atrás. Hay los que mantienen que esta desaparición de creyentes, si es que en verdad ocurrió en el año 70 dC, se encontraría en las crónicas de la Iglesia, la historia no lo podría ignorar. Pero este hecho no es tan acertado, en parte debido al estado alborotado de las cosas que prevaleció en ese periodo, y a la desaparición repentina de los apóstoles, quienes eran los escritores. Pero, curiosamente, aunque fuera acertada esa desaparición de los creyentes prudentes, el caso es que no hay ninguna literatura cristiana que lleva una fecha inmediata después del año 70 dC. Si esta literatura existía, ¿pereció accidentalmente? O, ¿fue destruida intencionalmente?
Varias consideraciones hacen posible esta última alternativa. Es posible que hubiera literatura de la Iglesia con fecha inmediatamente después del año 70 todavía en existencia en los siglos segundo y tercero, o tal vez, más tarde. En esa literatura se hubiera escrito acerca de la impresión profunda que llevaron los cristianos mal preparados que fueron dejados atrás en el año 70 dC. Si así fue el caso, entonces es posible que en algunos periodos de la era cristiana, hubiera quienes por intereses personales (y por sus herejías), suprimieron los documentos para controlar a la Iglesia.
El Secreto de la Historia predicho por el Nuevo Testamento
Existen varias indicaciones en el Nuevo Testamento, que comprueban que la Venida iba a ser un evento más bien privado y de carácter restringido, un concepto que no es generalmente aceptado por los cristianos modernos. Cristo claramente dijo a sus tristes discípulos que vendría un periodo después de que él ascendiera al Padre (Jn.16:17) cuando se haría visible a ellos pero al mundo en general (Jn.19:19,21). Según la parábola de las diez vírgenes (Mat.15:1-13) la venida del Señor iba a incluir el carácter misterioso de una boda oriental. El novio iba a llegar, no al mediodía, sino a media noche ¡qué raro!; y no solo las vírgenes imprudentes, sino también el mundo en general (es decir, los que no velaban, creyentes imperfectamente santificados) no lo verían. Eran a los creyentes que lo esperaban a quienes él iba a manifestarse la segunda vez, sin pecado para salvación1. Sin la santidad (es decir sin la santificación entera) nadie dentro de la Iglesia cristiana2 verá al Señor (Heb.12:14). Cristo vino como un ladrón en la noche3 cuya llegada es súbita e inesperada, y tal vez hasta después que se haya ido se descubre que llevó algunas joyas preciosas.4
Además, las palabras de los ángeles, cuando dijeron a los discípulos que el retorno del Señor y su descenso del cielo asemejaría a su ascenso (Hech.1:11), sugiere que su Segunda Venida sería no solo personal y visible, sino también privada y restringida a un limitado número de individuos entre quienes cada ojo lo verían (Apoc.1:7).
La escena de la Transfiguración (Mat.12; Mar.9; Luc.9) que prefigura las glorias de la Segunda Venida, fue escondida no solo del mundo, sino también de la masa de los discípulos de Cristo; solo la presenció Pedro, Santiago y Juan, los elegidos entre los elegidos.
El traslado de Elías, al que es comparado él de los santos, era secreto y escondido a todos menos a Elías mismo, aunque después fue revelado en las Escrituras (II Reyes 2). Tomando en cuenta a toda la evidencia, no debemos sorprendernos que el Reino de Dios vino sin observación en al año 70 dC (Luc.17:20).5 Así cuando el Señor retornó para llevarse a los siervos fieles, y para llamar al juicio a la nación judía, solo estos que estaban personalmente envueltos en el asunto se dieron cuenta del evento. Nadie fue permitido ser un simple espectador y testigo desinteresado de aquel encuentro solemne entre el Creador y sus criaturas.6 (Ver las referencias de los 6 números de este capítulo a continuación)
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- Heb.9. 28
- Como todas las epístolas, la de Hebreos fue dirigida exclusivamente a creyentes.
- “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela” (Apoc.16:15) “Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (Apoc.3:3) “Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (ITes.5:2) “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa” (Mat.24:43; Luc.12:38)
- Un ladrón que hace su trabajo con éxito perfecto – el ladrón ideal – lo hace en secreto total.
- El verbo paratereo (strong 3906) del cual el sustantivo parateresis se deriva, quiere decir vigilar. Así que en Luc.6:7 y 14:1, el sentido obvio es que los enemigos de Jesús lo estaban vigilando.
- Jn 1:8 cf Col.1:16
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Los Poderes Necesarios de Discernimiento
La credibilidad del evento habiendo sucedido, a pesar del silencio del historiador, puede ser ilustrado en la siguiente manera: Los poderes ordinarios de percepción del ser humano no acaban con las posibilidades del universo, ni tampoco le revelan al hombre todas las realidades que le rodean. Por ejemplo, en el momento de la muerte, a veces las personas ven cosas nada comunes y oyen sonidos fuera de nuestro ambiente. Así pues por primera vez se dan cuenta de ciertas realidades que les rodean, de las cuales los mortales ordinarios no tienen discernimiento y de las cuales hasta los amigos sobrevivientes que están presentes en el momento no tienen conocimiento personal.
Y en la vida diaria también hay algunas personas que por un adiestramiento superior de sus sentidos, ven y oyen muchas más cosas las cuales escapan la atención de otras personas. El microscopio también ha revelado cosas que están a la mano, la existencia de las cuales nunca nos dábamos cuenta antes.
Pero, además, no hay razón, en la naturaleza de las cosas, el porqué no deberíamos haber tenido seis o más sentidos, en vez de solamente cinco. Este otro sentido nos daría un conocimiento más amplio del universo. Pero aún con las cosas como están actualmente, hay muchas personas quienes poseen poderes excepcionales de percepción. Fue cedido a los profetas del Antiguo Testamento darse cuenta de cosas que eran reales, muy reales, pero ignoradas por los demás. Este poder maravilloso, el don del profeta, tal vez era parte del espíritu de Elías, del cual Eliseo deseaba una doble porción.7 Su maestro no podía decir, por cierto, si su deseo sería concedido, pero sabía que si Eliseo podría ver su cuerpo cambiado8 cuando ascendió de la tierra, este hecho sería una indicación de que había recibido lo que quería.9
Así que cuando el rey de Siria mandó soldados a Dotan para tomar a Eliseo, el profeta no se alarmó como su siervo. El podía ver algo que su sirviente no podía ver hasta que en respuesta a la oración de Eliseo “Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” (2Reyes 6:17)
Y en el Nuevo Testamento encontramos que en el bautismo de nuestro Señor, Jesús vio y Juan vio el cielo abierto y el Espíritu Santo descendiendo, en forma corporal, como una paloma (Mat.3:16; Mar.1:10; Jn1:32). Pero aparentemente había gente parada alrededor que no sabían nada de lo que ocurría (Luc.3:21). Y cuando el gran perseguidor, Saulo, fue intervenido en el camino a Damasco (Hech.9:3), el Cristo resucitado le era real y objetivamente presente. Saúl lo vio y comprendió sus palabras, y más adelante basó su autoridad apostólica en el hecho de que así como los demás apóstoles habían visto a Jesús vivo después de su resurrección, él también recibió su comisión directamente de Jesús.10
72Reyes 2:9.
8Es natural suponer que, en el momento del traslado de Elías, un cambio le sobrevino a su cuerpo similar a lo que Pablo se refirió cuando habló de lo que iba a pasar a los cuerpos de los santos vivos en el momento de la primera resurrección (“seremos todos cambiados” dijo el apóstol 1Cor.15:51)
9 II Reyes 2:10
10“¿No soy apóstol?... ¿No he visto a Jesús el Señor nuestro?” (1Cor.9:1); “ Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)….. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo”. (Gál.1:1,1,12)
Pero los compañeros de Saulo que viajaban con él en esa ocasión, aunque oían ciertos sonidos, no siendo ellos personalmente envueltos en el propósito de la aparición del Señor, no vieron a Cristo y no sabían que estaba presente.11 Esto claramente comprueba que el cuerpo resucitado de Cristo no podría ser percibido con el ojo natural.
El Alcance Reducido de la Segunda Venida
Es un hecho de gran significado que en el Nuevo Testamento a la Segunda Venida le es asignado un rango más restringido que normalmente se supone el lector. No todo el mundo, sino algunos creyentes únicamente serían afectados por el evento. Dentro de la Iglesia cristiana solo a los que le esperaban él apareció una segunda vez sin pecado para salvación (Heb.9:28). Y mientras todos los impenitentes algún día tendrán su recompensa merecida, eran solamente los enemigos identificados de Jesús y los crueles perseguidores de su Pueblo contra quienes la destrucción eterna vino en su Segunda Venida (II Tes.1:9). La indignación divina devoraría a los adversarios (Heb.10:27), y a los enemigos abiertos de la cruz de Cristo, de quienes nos dice que su fin es la destrucción (Fil.3:18).
Los Tres Sectores de la Humanidad
En Palestina en el 70 dC había tres clases de hombres:
1. Los amigos de Jesús, los cristianos de primera fila. En obediencia a sus instrucciones ellos lograron escapar de la ciudad cuando se acercó el ejército romano.12 Ellos vieron al Señor venir, porque siendo que él vino para darles libertad y descanso, ellos tenían una participación en su venida. Fueron recogidos para encontrarlo, para ser llevados a su hogar celestial y por eso para ellos no era posible escribir acerca del evento.
2. La gran masa de los judíos incrédulos (son llamados “tribus de la tierra” Mat.24:30 y Apoc.1:7) y en especial los que juzgaron a Jesús (Mat.26:64) y los que le traspasaron (Apoc.1:7). Los judíos incrédulos eran los enemigos declarados de Jesús y los crueles perseguidores de su Pueblo. Vieron al Señor en su Venida, porque vino para el propósito declarado de llamarles a ellos al juicio, en el cual tenían parte. Pero perecieron y no por eso no tuvieron oportunidad de contar la historia.
3. Otro sector de la humanidad consistía del ejército romano y una minoría de judíos (siendo menos culpables que el resto de sus compatriotas) a quienes les fue permitido escapar de la gran matanza e irse al cautiverio. También posiblemente algunos cristianos de segundo grado (vírgenes imprudentes), siendo que no velaban, fueron dejados atrás cuando sus compañeros fueron llevados para encontrar al Señor en su Venida. Es dudable que quedaban algunos de estos últimos dentro de la ciudad. Pero concedo que es posible que algunos creyentes, en rebeldía a los mandos expresos del Señor (Luc.21:20), puedan haberse quedado en la ciudad después de la primera visita del ejército romano frente a la ciudad. En este caso, entre los horrores de la guerra que duró tres años y medio, si ellos todavía guardaban fe en Dios, entonces tenían que haberse convertido en santos de primera fila. Sea como sea, el hecho de que un tercer sector de individuos quedó en la tierra comprueba que no se encontraban entre los amigos declarados de Jesucristo para quienes él vino a llevar al cielo, ni entre los enemigos declarados para quienes vino a juzgar y destruir.
11Así también cuando Esteban, en su martirio, vio a Jesús a la derecha de Dios. Hay mucha razón para creer que el poder de contemplar la escena fue dado al que necesitaba ser confortado, pero no fue concedido a los judíos incrédulos a quienes no les importaba.12Eusebius, Eccles. History, III. 5. Josephus, Wars, II. 19.
Así tomando la analogía de Hech.9:7 y 7:55, podemos inferir que teniendo ellos parte en Su Venida, no sabían de su presencia. Es de notar que entre su resurrección y ascensión, Jesús nunca se hizo visible al mundo en general y que hasta sus discípulos lo veían en ocasiones aisladas. Así que muchos cristianos creen que aunque sus apariencias entre su resurrección y su ascensión eran reales y objetivas, era necesaria una facultad mental excepcional para poder ver su cuerpo resucitado. Y si esto es cierto, entonces es altamente probable que una cualidad similar fuera necesaria para percibir su cuerpo en la Segunda Venida, tal cualidad que fue negada al mundo en general. Es por esto que el mundo inconverso que nada tenían que ver con la Venida no se dio cuenta de ella y el mundo escribió nada del evento.
Aunque no haya una explicación en la historia de la Segunda Venida, ningún evento es más cierto para el cristiano que el del retorno de nuestro Señor al final de la dispensación judía. Nuestro conocimiento de esta Venida descansa no en el testimonio humano, sino en las repetidas, claras e enfáticas declaraciones de Jesús que así fue el caso. No podemos cuestionar razonablemente la autenticidad de estas predicciones cuando nos acordamos del número de veces que aparecen en las Escrituras, en la gran variedad del lenguaje que conlleva el mismo sentido, en la certeza de que los escritores del segundo siglo no podrían haberle contribuido a Jesús palabras falsificadas porque de ser así, la Escritura no tendría autoridad para nosotros.
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