Seamos consecuentes con lo que declaramos
Por Eduardo Mondaca
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Esd.8:22
Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan.
En momentos difíciles es muy tentador pedir ayuda, y muchas veces esa ayuda está a nuestra disposición, pero, es justamente ahí donde debemos reafirmar lo que hemos hablado en algún momento, ante personas. “La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan”
Es fácil citar la Palabra para otros , y en especial cuando todo anda bien en nosotros, pero que difícil es hacer que esa Palabra tenga la misma intensidad y convicción cuando nosotros mismos somos los afectados.
Una cosa es muy cierta. Dios es fiel a su Palabra y promesa, aunque yo tenga dudas.
Dios dice en Isaías 41:10
“No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.”
Esta palabra la hemos declarado muchas veces, y creo que la decimos con mucha convicción, pero cuantas veces nos hemos pillado mirando hacia el cielo y pidiéndole a Dios que haga algo, por qué, si hemos dicho que Dios está con nosotros.
El problema radica en que no somos consecuentes con nuestros dichos, y en tal caso nos convertimos en verdaderos loros repitiendo lo que hemos leído o escuchado.
Es interesante notar que la palabra griega para “repetición” es: battologéo, que significa: tartamudear o hablar con tartamudez. Ahora bien, la palabra tartamudear para nosotros es hablar entre saltado, pero en la Biblia quiere decir: hablar palabras vanas o vacías sin sentido.
Mt. 6:7
Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
- NVI: no hablen sólo por hablar
- DHH: no repitan ustedes palabras inútiles
- B.Jer.: no charléis mucho (charlatanería)
- LBA: no uséis repeticiones sin sentido
Hemos creído que los rezos católicos son las “vanas repeticiones”, pero esta traducción nos da a entender que cuando hablamos algo, y luego no somos consecuentes con nuestro dicho, somos entonces charlatanes de la palabra y no confesores de ella.
La palabra confesión en el nuevo testamento significa:
Griego: Jomologeo: lit. Hablar la misma cosa. (jomos: lo mismo; logos: hablar)
Español: Asentir: Admitir como cierto o conveniente lo que otra persona ha afirmado o propuesto.
Lc. 12:8
Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios;
Rom. 10:9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Existe una gran diferencia entre confesar y repetir. Una confesión es una revelación de la Palabra, y toda revelación viene de Dios. Mientras que la repetición es según el diccionario encarta: (Del lat. repetĕre). tr. Volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho.
Veamos el caso del apóstol Pedro en Mateo 16:
Mat 16:15 El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Mat 16:16 Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Mat 16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Mat 16:18 Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
Mat 16:19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Mat 16:20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo.
Mat 16:21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Mat 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Mat 16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Aquí encontramos dos intervenciones del apóstol más sobresaliente de Jesús, Pedro. En su primera intervención él pronuncia la declaración más recurrente por los predicadores de la Palabra. La bien llamada “confesión de Pedro”.
El verso 16 revela la gran confesión: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Jesús le respondió de inmediato, llamándolo: Bienaventurado eres, Simón hijo de Jonás, (bienaventurado: gr. Makarios) que significa literalmente: Supremamente o grandemente bendecido. Pero ¿por qué lo llama bienaventurado?
¿Por la confesión que hizo? No, al parecer le dice así, por la revelación que recibió del Padre.
Mat 16:17 Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Cuando tu recibes una revelación de Dios para declarar una Palabra, tu dicho no es una simple repetición, sino es una verdadera confesión, y Dios te bendice supremamente, te bendice grandemente, Dios te llama bienaventurado, y te confía el Reino, te dá autoridad sobre todas las cosas, posees las llaves que abren todas las puertas. Si quieres que Dios extienda Su mano a tu favor, ¡Confiesa la Palabra!
La segunda intervención del apóstol no es para nada digna de bendiciones. ¿Qué ocurrió?, ¿que cosa tan inoportuna dijo Pedro, que hizo que Jesús reaccionara de manera tan inusual? Veamos:
Mat 16:21 Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día.
Mat 16:22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Mat 16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
Aquí Pedrito, cayó en la tan famosa trampa de las emociones. Las emociones nos juegan malas pasadas algunas veces. Una persona emocionada prometerá dar su vida por Jesús en un momento, pero lo estará negando horas más tarde.
- ¿Cuantas veces te has propuesto involucrarte más en las cosas de Dios después de un inspirador mensaje, pero al otro día, ya no tienes deseos ni de orar?
- ¿Cuantas veces has prometido dar tus diezmos correctamente después de escuchar un mensaje o testimonio sobre la bendición que hay en el dar a Dios, pero luego en casa ya no piensas lo mismo?
- ¿Cuantas personas te han dicho “si” a la pregunta ¿Quieres recibir a Cristo? Y luego les visitas, y ya no tienen interés?
Eso es hablar por emoción y no por convicción.
Pedro estaba emocionado después de esa tremenda revelación que había recibido, y que por la cual Jesús lo había llamado bienaventurado, pero había olvidado o bien ignoraba, que para decirle algo nuevo al Señor, no sirve la revelación pasada. Jesús ese día le enseña a Pedro que para recibir la aprobación de Dios y su bendición, él tiene que hablar con convicción, que es justamente lo que significa confesión. El tiene que confesar la palabra revelada de Dios y no la palabra emocionada del hombre.
Cuando Jesús comienza a hablarles de su ida a Jerusalén y de su inminente padecimiento, el verso 22 dice que Pedro le tomó aparte y comenzó a reconvenirle. La palabra reconvenir significa: reprender, censurar.
¿Qué le pasa a Pedro?. ¿Se está creyendo mucho el cuento de tener las llaves del Reino, y el poder de atar y desatar?
- Ten cuidado de creerte dueño de la revelación, y que todo lo que dices, es Dios quien lo dice.
- Ten cuidado de repetir frases o palabras que en algún momento fueron de bendición en tu boca, y piensas que aún tienen el mismo poder. (recuerda el drama de Sansón de Jue. 16:20 “Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.)
- Pide siempre a Dios que te dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él (Ef.1:17)
Sigamos
ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca.
Parece muy espiritual, muy sabio y prudente, pero Jesús, no se impresiona con nuestras palabras emocionadas. El quiere que hablemos con convicción, y solo se puede hablar con convicción cuando hemos recibido revelación de Dios y no solo pensamiento de hombre.
Me parece muy atinada la traducción que hace de este verso la Biblia de Jerusalén:
Mat 16:23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
“Tus pensamientos no son los de Dios”
Me recuerda lo que dice Dios en Is.55:8ª
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos
Muchas veces recurrimos a este verso para justificar un desatino en nuestros planes. Cuando vemos que hemos fracasado en un proyecto, o las cosas salen totalmente opuestas a como las esperábamos. Como que nos tranquiliza decir: “Mis pensamientos no eran los pensamientos de Dios”
En primer lugar en el contexto de este verso, Dios está diciendo a Israel que el que es impío o inicuo, no tiene la manera de pensar de Dios, o sea, solo piensa en cosas malas, negativas, pesimistas, por lo tanto les aconseja que dejen ese mal camino y se vuelvan a él
Pablo en 1Co:2:16 Nos recuerda que nosotros “tenemos la mente de Cristo”.
Fue duro lo que Jesús dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
CONCLUSIÓN
Cuando no tenemos nuestra mente o corazón en las cosas de Dios, somos un obstáculo para que el propósito de Dios se realice, ya que siempre primará nuestro deseo y anhelo.
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